Dyane 6, el descapotable de la clase obrera

En un principio, lo iba a titular yo crecí en un descapotable, pero me pareció tan arrogante que me dije, la gente no lo va a leer y mis compañeras de blog me echan. El caso es que aunque el coche es de los setenta, yo crecí con él en los ochenta y mis recuerdos datan de entonces.

Mi padre, bendito él, se compró como primer coche un Dyane 6 azul, de esos que el techo era una capota, que en verano se soltaban los corchetes y hacía de aire acondicionado. A mi padre no le gustaba abrirlo, y en ocasiones, por cansos e insistente mi hermano y yo, (Papa, tengo calor; Papa, ¿queda mucho? ; Papa abre la capota; Papa me mareo; Papa no aguanto; Papa, ¿queda mucho?; Papa....) Entonces, paraba el coche con su santa paciencia, bendito él, y nos la abría. Cuando parabamos en un semáforo, mi hermano y yo aprovechabamos para sacar la cabeza por arriba, entonces nos caia siempre una chufa. Claro...no había cinturones donde agarrarse, ni sillitas infantiles homologadas, ni airbag delanteros-traseros-laterales-traseros, ni...Y allí estabamos tan chulos nosotros con nuestro Dyane.

Ni que decir tiene que los viajes eran eternos. Ponía que la velocidad máxima eran 100km/h, pero mi padre dudo que iría a más de 90. Y ahora vamos con tantas prisas....!!! Entonces un viaje que yo hago ahora en cuatro horas con mi padre eran 6 o 7 según las paradas a mear y los vomitones de mi hermano, que dicho de paso, era muy propenso a ello. Y no teníamos radio en el coche, ni cd, ni navegador, ni dvd con pantalla en el reposacabezas del conductor y copiloto. Eso si, cantabamos todas las canciones de Mecano, de Gabinete, de Ole ole, las que sonaban en la radio y las que nos enseñaban en los campamentos. Y sino, intentabamos leer, o jugar con los juegos magnéticos, o decir palabras encadenadas....Un año recuerdo que mi padre compró una grabadora de mano, y fuimos todo el camino escuchando a la Madonna...que guay! Que tiempos!

Otra cosa guapa que tenía el Dyane 6 era la suspensión, era como un todo terreno. Los fines de semana ibamos mucho al campo a pasar el día, a correr como vacas sin cencerro, y ese coche era un autentico 4x4. No había camino que se le resitiese al puñetero...eso si en las cuestas, tenías que rezar y empujarlo con la mente porque empezaba a rugir que parecía que te quedabas ahí. Bueno, tan valiente era mi padre, que una vez se metió en una playa con dunas y claro!, se quedo atrapado...el final de la historia no os lo cuento, ¡que hubo más!, pero como me lea me corre a gorrazos.



Otros detalles de los que me acuerdo es de la palanca de cambios que estaba en el salpicadero y que era una bola negra con un hierro torcido, y las ventanillas que se corrían hacia un lado, no eran de manivela, y los grandes y pequeños viajes tan divertidos que hemos hecho todos en familia.

El día que mi padre lo vendió para comprarse otro, nos pusimos guapos, le quitamos la capota y nos hicimos fotos. Aquella última vez nuestro padre nos dió una vuelta por el barrio y nos dejó mientras sacar la cabeza por encima, y fardar por última vez de nuestro descapotable.